lunes, 16 de septiembre de 2019

La vida es un continuo


 crear y recrear de mundos





       Abismándose y destruyéndose. A la par que creándose. 

Creciendo y prosperando.

Tan solo hay que elegir el propio universo.

Lo de que no tenemos a nadie. En todo el mundo. Más que a nosotros mismos.

En última instancia tan solo compartimos realidades.


Como un entramado de multiversos. En los que, cada persona, parecía vivir con otras personas. Pero en realidad a cada momento, toda la realidad no hacía sino multiplicarse y enriquecerse. 







Siempre en constante fragmentación y eligiendo opciones donde cada persona acordaba formar parte de realidades en común.

Entonces el saber que todo lo que suceda, no es más que una descripción, de las muchas descripciones que pueden haber, acerca del universo en el que se esté. 

Ésto no hace más que hacerme desear ser consciente del tránsito entre distintas realidades.

Más cuanto que algunas de esas realidades, no son sino existencias, bastante pobres y desagradables. Entrando en un estado de distancia. 

Lo malo de todo esto es que hace pensar en lo que resulta ser nada más que orgullo espiritual. Al más puro estilo, “yo sé más que tú”.
El típico yo sé algo que tú no sabes:
¡Todos vamos a morir!. - O algo así. 

Pero en la línea de que es más bien al contrario. Todos vamos a perdurar. 

La información no se pierde. Se transforma.

No tiene tanto sentido el pensar en materia y energía. 

Es caer en la dualidad. Tal vez sería mucho más acertado el contar entre una existencia, la que sea. Y una sustancia que sirva de soporte a la existencia. 

De hecho, no la sustentaría en absoluto. Sería propiamente “la no existencia”. Algo que no es capaz de sostener nada, hasta que dada una estructura la información se instala en ella.

Una aplicación de la numerología...
Los números son la información por excelencia. 
Tan solo hay que adosarles un significado para que se relacionen entre ellos. Tal y como ya lo hacen, pero con una existencia.

Esa existencia sería la sustancia que surge como un conocimiento de sí mismo. 

El hombre ante la vastedad del vacío.


La existencia cerniéndose sobre el caos. Ni siquiera hablamos de vida y muerte. Ya que la no existencia no puede existir más que en la imaginación.


La imaginación puede traspasar todas las distancias. Pese a que la imaginación no tiene una entidad propia, se puede proyectar hacia donde sea.

Si bien, la imaginación, no es más que una proyección. 

Es una descripción de la que se beneficia un observador, que interpreta esa información que se extiende donde sea que se llegue.

Un viaje alucinante, donde todo estaría permitido. Pero tan solo sustentado por la probabilidad. Es bastante probable que la existencia se base en una estadística de la información.


Supongo que ya se habrán encargado los físicos teóricos de buscar eso que llaman materia oscura. No sé lo que es.

Pero el concepto que tengo de la realidad, sería más bien el de que en las grandes distancias, como supongo que en lo ínfimo, se pueden observar esas singularidades.

En las que se observan las probabilidades. Paquetes cuánticos   de información, que tal vez existan. Pero no está del todo claro.


Si las existencias se fueran creando y destruyendo en una serie de multiversos, mucho universos estaría constantemente solapándose.

Supongo que puedo aventurar la idea de que compartimos realidad, con otros universos. No es una fantasía original.


No estamos solos. Y sin embargo no hacemos más que afrontar la magnitud de una existencia del ser ante la inmensidad.

Tal vez acompañado por otras personas. Pero el ser, inevitablemente abocado a nacer y morir, para venir del polvo y regresar a la fuente de la que surgió.

Supongo que llamar fuente a un intercambio continuo entre materia, energía. Existencia y no existencia.

Es algo que sobrecoge.
A mí lo que más me llama la atención es que cada uno podría elegir su propia experiencia. Sin embargo, no creo que se pueda ser muy consciente de ese paso.

En mi experiencia, una interpretación de una situación que me causa miedo, en la cola del supermercado. 

Sí, lo paso mal. Por temas de salud mental supongo.

Pero si cambio la interpretación, la realidad cambia.

Se trata de mantener el “punto de encaje”, si tengo que usar un término que aparece en arcanos libros antiguos de rara sabiduría... O bien, tan solo se trata de mantener la percepción centrada en la única información que cuenta.

La interpretación que elegimos vivir.


¿Dará tiempo a que gran número de seres tomen parte en mi descripción de todo mi universo?

¿Soy el mono número cien? 

Eso sería como decir, en pocas palabras que he sido "el último mono" en enterarse. Antes de que todo el mundo acepte las reglas del juego.

¡Hay que lavar la patata!

Si aprendo a vivir, con una cierta dignidad. 

Si no, entonces, todo al carajo.


Antes los locos nos vestíamos de Napoleón para conquistar el mundo. 

Así era en tiempos de mi infancia. 

Pero es mucho más común el personaje mesiánico del salvador. Alguien que viene a solucionarnos la papeleta.

O somos nosotros los que vamos a hallar la solución, y tener resuelta la vida.


Pero no es así. Nunca es así. La vida es un continuo crear y recrear de mundos. Abismándose y destruyéndose. A la par que creándose. Creciendo y prosperando.

Tan solo hay que elegir el propio universo. Hacer la elección correcta. Pero para eso, se trata de cambiar todo un sistema de creencias.

Y la propia percepción.
No venimos al mundo para salvarlo. Ni para cambiarlo.
Venimos a crear la realidad que vivimos:

Con nuestra “interpretación” elegimos el mundo.
















no venimos a salvar el mundo:

Vienes "a elegir el mundo".













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