lunes, 7 de octubre de 2019

Julio Iglesias - Pajaro chogui


Atentos, porque esto es muy psicoanalítico:

"Cuenta la leyenda que en un árbol se encontraba encaramado, un indiecito guaraní.
Que sobresaltado por un grito de su madre, perdió apoyo y que cayendo se murió.
Y que entre los brazos maternales por extraño sortilegio en choguí se convirtió..."


Me parece que es una típica situación madre-hijo.
De entrada, ya dice que "sobresaltado, por un grito de su madre", perdió apoyo.

¿Sobresaltado? ¿Por un grito? ¿De su madre?

Se puede continuar:

¿Perdió apoyo? ¿Y en choguí se convirtió?


Ahí hay toda una serie de matices, que en el día a día se dan en una relación madre e hijo.

Es decir, se trata de la relación humana, diría casi, más humana que existe.

La más humana, si cabe. Puesto que se trata del fruto, que lleva a la perpetuación, de la misma vida.

Si la vida engendra vida, y las madres engendran hijos... el tema de hijo, madre y muerte. Es ya como que toca una fibra muy primaria.

¿Cuántas madres han perdido a sus hijos?
¿Cúantas madres desean a sus hijos, antes de traerlos al mundo?

¿Cuántas madres desean, o no, a sus hijos al nacer?

¿Acaso hay madres que desean un niño? ¿O desean una niña?

Es una cuestión diaria y cotidiana.

Los mismos hermanos discuten en sus juegos, a ver quién es el favorito de mamá o papá.

El favorito, tiene permisos para llevarse los mejores bocados. Tiene mayor probabilidad de vivir y de reproducir rasgos y carácter que agraden a los padres y al clan.

¿Es alguien perteneciente al linaje familiar, de forma directa, quién tiene una preferencia?

¿Se puede tratar toda una vida de ser lo que otros quieren que seamos y no lo somos?

Todas estas preguntas que escribo no se trata de psicoanalizar a nadie.


Pero si alguien quiere ser algo o alguien que no es. 

Puede razonarse que esa información, sea la expresión de un requerimiento. 

Que tal vez no sea propio.

La información de lo que debemos ser al nacer
o en la vida,
al fin y al cabo, tiene que responder a menudo a un tema
de mera supervivencia.


Es tan cotidiano y tan normal
como que un niño se pregunte:

¿Me quieren?
¿Seré aceptado?

Puedo suponer y seguro que hay teorías o terapias, algún tipo de estudio que avale que el niño que nace, trata de garantizar la supervivencia. 

Tanto propia, como respecto a la identidad del clan.



Me querrán, se plasma en seguida en ¿Cómo me tengo que comportar para ser querido?



No nos suena como muy familiar la coletilla tan conocida:

"Mi mamá no me quiere
como yo quiero 
que me quiera mi mamá".

De forma lógica pasa a ser ¿Cómo hago que me quiera? Para tener mayores posibilidades de recibir amor, y posibilidades de vivir.


Es parte de la vida cortar el cordón umbilical con los ancestros. 
A NIVEL EMOCIONAL.

Para pasar a ser un individuo.
No ya como persona, máscara.
Sino como individuo, sin división.

La información se transmite
y debe ser así.
Para el bien de las futuras generaciones.

Pero si sanamos hoy un tema, concreto. 
Familiar.
Resultará que la vida pasará a otras cosas.


Porque:

"Nunca habrá fin...
...Pero mientras más avanzamos, más nos acercamos a nosotros mismos".
@alejodorowsky.


Vayamos pues, adelantando faena,
para que nuestros hijos se puedan ocupar de otras cosas.
Y ser un poco más ellos mismos.

Un "ellos mismos", que nunca tendrá fin.




Ítaca.

Queda lejos, dicen.
Pero hay que salir adelante
usando de todo nuestro talento.

Porque en Ítaca, 
está nuestro hogar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario