sábado, 31 de agosto de 2019

antes de la práctica,

la filosofía kaizen


De algún modo me he comprometido a hacer una práctica.

He estado con ella durante un tiempo. Sin embargo, encuentro que hay una serie de incoherencias en mi planteamiento.

He pasado varios días mal. Y cuando digo que mal, es que pierdo dinero. Así que aprovecho que estoy en fin de semana para recapitular y saber qué es lo que sucede.

Puedo a cierto nivel ser coherente con lo que digo, porque tengo varios blogs que me avalan. Es decir, escribir, escribo. Sin embargo el hecho es que empecé a escribir por un único motivo.

Y ese motivo ya no está. Si bien he continuado escribiendo, mi estilo es claramente, que si se ven las fechas en las que he escrito, se puede apreciar que escribo cuando lo necesito.

Hace poco, después de plantearme seriamente el ponerme al día con la escritura, me vino, así como inspirado por la gracia divina el concepto de kaizen.

De hecho, sin saber de qué se trataba me sugería determinadas cosas, etéreas y bien pensadas. Todo poesía inspirada en el lejano oriente.

Sin embargo, he comprobado las fuentes y el método kaizen, más que un método, es un estado de ánimo.

Eso juega en mi contra.

Me explico. Si el método kaizen fuera un método tendría algún tipo de refuerzo o seguimiento implementado que diga “si haces esto esta bien”. Mientras que si haces esto otro “está mal”.

El método kaizen como me he documentado ayer, como aquel que dice, promueve una mejora continua. Una especie de hazlo poco a poco. Introduciendo pequeñas mejoras.

Es más un conjunto de técnicas que están enfocadas a esa filosofía de vida, de mejora continúa.

Me parece un método excelente. Sobre todo cuando se implementa en una empresa donde se reúnen equipos que tienen que interactuar. Y de esa interacción tienen que surgir de forma rápida una serie de pequeñas mejoras.

Con sus debidas soluciones a problemas concretos.

Pero para una persona, concreta. Que escribe en solitario. Y que lo dicen mis blogs. No escribo todos los días. Más bien cuando tengo que vomitar, voy y vomito lo que sale.
Ya lo editaré.

No digo que si hay una interacción con alguien yo no tenga una respuesta. Pero eso forma parte de una forma de funcionar que en algún momento se puede dar. 

Pero no es deseable.

Creo que lo mejor para cualquier persona es pescar, y lo que no te vayas a comer, devuélvelo al mar.

Se trata de eso precisamente. Bastante esquilmados están los mares como para que ahora yo vaya a ponerme a “una mejora continua”.

En realidad el tema que quiero tratar no es que el término kaizen remita a una filosofía de vida que está bien para una fábrica de coches.

Se trata de que hace muchas décadas que tengo claro lo que funciona y lo que no funciona.

Es decir. Tal como yo lo concibo, me puedo comprometer a una práctica. Pero pese a que en esta vida me encuentro con maestros que me indican lo que creen que es mejor para mí. Hay algunos de ellos que tienen ideas propias.

Pese a que a veces no tengo muy claro si lo que me viene inspirado es de procedencia mortal o divina, lo cierto es que las musas son puñeteras.

Y el método kaizen no me funciona.

Es una filosofía. Yo tengo claro que lo primero que hay que tener en la vida es una filosofía.

Es decir, desde Europa se han cargado la carrera de Filosofía, ya hace tiempo. Y lo cierto es que le doy la razón al gobierno.

No se puede obligar a nadie a pensar. Tal vez se puedan dar herramientas y un entorno que propicie un intercambio, más o menos seguro. Ahí no entro.

Pero no se puede obligar a pensar.

De hecho el tema de la filosofía entiendo que es un tema tremendamente íntimo y personal.

Normalmente una filosofía de vida, puede resumirse en una o dos palabras. Tal vez en una frase corta.

Lo vemos en la palabra kaizen. Mejora poco a poco tu vida. Se refiere al funcionamiento en la cadena de montaje de Toyota. Creo.
Es decir, el empezar a escribir mi primer blog fue incitado por mi psicóloga Alicia Gonzálvez. Que muy oportunamente me sugirió ese modo de sacar afuera todas las neuras que llevaba, de dentro.

De eso se ha tratado siempre.

De la filosofía de vida que mejor funciona en mi vida.

 Doy gracias a que me he encontrado a personas que a base de ostias me han vuelto un poco menos burro.

Pero burro creo que sigo siendo. Es decir. Pese a que sé que bajo presiones propias de la vida, uno devuelve las ostias como puede. La filosofía subyacente sigue ahí.

Ya se puede ver a la Virgen María bajar del cielo.

Quien ve a la Virgen, pues ve cosas muy importantes. Tal vez hay personas que ven el futuro. A día de hoy, eso no es algo tan difícil de ver. Es decir, sabemos que el planeta está dando una serie de señales de atención.

Todos debemos ser conscientes de eso. Pero ante todo hay que ser conscientes de una cosa. El ser congruentes nosotros mismos.

Me puedo comprometer con una práctica. Y si fuera fácil no estaría escribiendo estas líneas.

Lo que me falta como soporte es la línea directriz a seguir.

Kaizen sirve para cadenas de montaje en una fábrica.

He comprobado que en mi vida ese concepto no funciona.

¡Pero si es muy fácil!

¡Mejora continua!

Sí, pero el burro lo que hace muy bien es seguir la zanahoria. Y si acaso que le den con la vara por el culo.

Supongo que va de eso.

Al final se trata de que yo sigo comprometido con mi práctica. Pero es una práctica personal como no puede ser de otra manera.

Tal vez los peces que no voy a pescar, sean la comida que se sirva en otras mesas. O tal vez estaban destinados a ser devueltos al mar. De todos modos.

Lo que sucede es que si me tengo que centrar en escribir, tengo que ser coherente conmigo mismo.

Un escritor que se precie tiene que dedicar cuatro horas buenas, como poco para sacarle punta al lápiz. Y yo no cumplo ese promedio. 

Y eso, todos los días. Más o menos.

Es decir, no cada cuatro días.

Me gustaría pensar que en algún momento de mi vida esto de escribir sea algo que me sirva de algún modo. Sobre todo a nivel monetario. El dinero hace falta.

Pero si soy consecuente conmigo mismo. Tengo que reconocer que no tengo adquirido el oficio. Un oficio no tiene que reportar unos beneficios. Tan solo se trata de hacer una práctica. Un trabajo y perfeccionar un oficio.

Pero por muchas ocurrencias que tenga al cabo del día, que más bien son pocas. Lo que cuenta a la hora de saber escribir, no es saber redactar. Se trata de que de todas las horas que se puedan pasar delante del ordenador...

Tienen que salir cuatro horas buenas, al día. Para poder decir que se ha hecho algo.

Todo lo demás son tonterías.
Así que nos quedamos pendientes del tema de la filosofía. Ya hace tiempo que voy probando una o dos filosofías distintas. No soy muy constante.

Que no soy muy constante, es algo que se nota en mi día a día. Supongo que el método kaizen funciona bien para alguien que pone en marcha una cadena de montaje. Que tiene sus puntos clave, para la mejora continua.

Pero como filosofía de vida, ya tuve un maestro. Hace ya tiempo que muy acertadamente me dijo cuál debía ser mi filosofía.

Es cierto que la enfermedad es también remedio en sí misma.

Años después me di cuenta de que aquel hombre no solamente me había dado una filosofía que seguir. Si no que me había hecho un retrato, una fotografía de mi alma.

Tan fidedigna que tan solo pude percatarme de que no me había indicado mi filosofía de vida. Sino que me había reflejado mi carácter.
Aparte de tratar de salir adelante todos los días, como todo el mundo, creo que lo que prima es ser coherente con lo que soy.

La práctica sigue siendo la práctica. Pero yo no tengo que meterme en temas que pertenecen a otras personas.

Me parece que lo mejor que puedo hacer es tratar de ser coherente con quien soy y con lo que no soy.

Si la práctica me lleva a algún lugar, pues bienvenida sea.

Creo que tenía que escribir estas lineas, como pensando yo conmigo mismo. Porque no sé de dónde me sale cada idea que parece que no me conozca.


Tan solo me quedaría por dejar por escrito una pequeña nota.

En estos tiempos que corren, es importante el conocimiento de uno mismo.

Si tienes que fijarte en la filosofía de vida que alguien te sugiere o te propone, no te fijes en la filosofía...

Fíjate en cómo vive la vida la persona.

Y en tu propia vida, trata de ser consecuente entre lo que dices y lo que haces.

Se trata la vida. No la enfermedad. La enfermedad está bien. La enfermedad no es el problema.

Del mismo modo que el problema es la solución, y el carácter es lo que marca la senda que hollas.














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