jueves, 1 de agosto de 2019

práctica

kaizen

Hay muchos tipos de práctica. En oriente tengo entendido que en algunos ámbitos es normal el hacer la pregunta ¿Tú qué practicas?
Es decir, hay actividades que se pueden realizar para un determinado propósito. O tal vez esto sea algo que se tenga que matizar.
El zen, el tiro con arco, la ceremonia del té. 
Cualquier actividad que podamos realizar se puede tomar como práctica.
Algunas personas al hecho de practicar, le podrían llamar “meditación”.
Y hay muchas técnicas para meditar. También hay meditaciones dinámicas. 
O simplemente se trata de ejercitar la atención en la vida cotidiana.
Intuyo que todo esto que estoy hablando tiene en común el ejercitar la atención.
Sin embargo, ya se trate de meditar, de practicar la atención, de tratar de mejorar cualquier aspecto de nuestra vida, ahora la descripción que me gustaría aportar es la siguiente:

La práctica, por la práctica.

Practicamos para practicar. Es decir, hacemos tantas cosas para que nos sirvan a un fin ulterior, que solamente el realizar algo sin motivo alguno ya es de por sí, liberador.
Tan liberador como que a la práctica de “estar sentado”, se le dedican muchas palabras escritas en innumerables libros.
La práctica por la práctica es algo que no necesita explicación.
Es decir, nada más que la propia práctica y definir un entorno que la defina.
Kaizen. No tengo ni idea de lo que significa.
Pero sé lo que es el zen. Si tuviese que escribir un grueso libro sobre el zen, lo mejor que podría hacer es, no escribir ese libro, y sentarme a diario. Y practicar, la práctica.

Para eso hay que saber el mínimo. Tan solo definir uno o dos puntos.
Si se trata de la palabra kaizen, no tengo ni idea de lo que es ni lo que significa.
Es una palabra que me viene sacada de contexto y sin noción previa de ella.
Pero sé que es una práctica diaria. Y que se va perfeccionando poco a poco.
Es cierto que en el ámbito de la meditación es lícito que en determinados periodos se haga una práctica intensiva. Y eso tiene unos resultados definidos y concretos.
Me parece que en un inicio el zen no contemplaba el realizar cortos periodos de meditación intensiva. Sin embargo es cierto que a día de hoy muchos maestros utilizan este método de enseñanza (intensivo).
Ésto tiene, como método, con unos fines concretos y estudiados, que se realizan en un ámbito también determinado.
En un intensivo una persona puede perder la noción de unos límites definidos.
Puede enfermar. Puede tener una crisis, salir más o menos airoso. Puede formar parte de la vida de una persona el participar una vez al año a un retiro intensivo de meditación, y sirve.
Son distintos modos de enfocar una práctica. Y he puesto como ejemplo de practica la meditación, de estar sentado.
Y como ejemplo más marcado, el participar en intensivos de meditación en un momento determinado dentro la la vida de una persona.
Sin saber lo que es kaizen, me sugiere más bien que se trate de realizar una práctica a diario. De forma constante.
Y poco a poco. Es decir, el perfeccionar la práctica diaria.
No tendría sentido el pegarse un “chute” de actividad en un momento determinado si lo que pretendemos es integrar esa misma práctica en la vida cotidiana.
Más que nada, porque el propio término de kaizen, remite a la vida cotidiana.
Si durante un día determinado la vida nos presenta una serie de circunstancias, propias de la vida que siempre cambia. 
Y me he planteado, el hacer algo. Entonces, si no puedo hacerlo la práctica es la toma de conciencia de que “esto que quería hacer”, no lo hago porque no es el momento.
Y tomo nota de que ese no hacer una práctica, es una práctica en sí misma. Porque le he dado un contexto en su momento. Y tomo nota de que tengo en cuenta mis propias necesidades del momento.
Es necesario el saber cuales son las propias necesidades, limitaciones y alcance.
Es una práctica.
Es una practica cotidiana.
Hay que deshacerse de lo más accesorio, desprenderse de lo que es menos esencial. Y centrarse en la práctica.
Si vuelvo a poner de ejemplo la meditación sedente, es por ser muy conocida y mucha gente puede reconocer la situación.
Seguro que al meditar todo el mundo se ha visto metido en el proceso de que su mente se ha ido por sus propios derroteros.
Se da cuenta “no estoy meditando”, estoy “perdido en mis propios pensamientos”.
Es fácil recriminarse “que debo meditar, y no logro concentrarme”.
Mucho más difícil es, y entra dentro del ámbito de la meditación efectuada por meditadores veteranos, el simplemente decir:
Vaya, me he distraído.
Vuelvo la atención a la respiración.

Sin recriminaciones, ni gasto de energía mental innecesario. Se reconoce dónde se está. De regreso. Y se va a donde es más natural estar, al objeto de meditación.
Se trata de hacer de la práctica, una práctica.
Hacer, lo que sea que hagamos, como práctica. Es la practica en sí. El tener un exceso de recriminaciones, o la culpabilidad, el perfeccionismo, cualquier cosa que surja...
Se convierten en la práctica misma.
Se practica, la práctica.

Cada persona ya puede decidir qué acción y entorno eligen como motivo de la práctica.
Hay prácticas tradicionales como la meditación sentado, el tiro con arco o la ceremonia del té.
Puede ser algo como el escribir un diario, o escribir, lo que sea que se escriba en ese momento.
Es una práctica que uno realiza, y tiene un ámbito muy concreto.
Intuyo que los conceptos clave que hay que tomar en cuenta son tanto la practica en lo cotidiano, como el propio conocimiento y respeto a sí mismo.
Cada uno hace lo que puede y la práctica hace al maestro. Pero no es necesario ser un maestro, para...
Practicar, una práctica.






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