jueves, 15 de agosto de 2019

¿estar o no estar?

Lo que tiene el idioma español


Durante mucho tiempo he pensado que lo que necesitaba era tener trabajo y esforzarme por tener una voluntad.

Todo lo que sucede, lo hace de modo inconsciente. Es muy poco lo que sabemos de la vida, como para poder decir, quiero esto y lo voy a tener. 
No creo que la vida nos vaya concediendo regalos para el consumo.
Más bien me parece que bajo todo lo que sea que existe, la vida sabe qué es lo que queremos, antes incluso de que lo deseemos.

Es decir, es vano el decir que deseo lo que sea. Cuando deseamos algo, porque hay una carencia. Esto es un espejo. 
Realmente debajo de todo lo que “hay”, existe una ley de incertidumbre.
Es bajo la incertidumbre que podemos hacer posible todo lo que deseemos.
Pero todo lo que deseemos, no son bienes de consumo. 

Más bien todo lo que queremos y necesitamos, ya viene predefinido. Antes de que seamos conscientes de desearlo.
Tenemos lo que somos.

Más bien la ignorancia proviene de que otros, ¿los medios de comunicación? ¿No son espejos que nos reflejan? Tal vez, tratan de distraernos. 
En realidad todos tratamos de influir sobre otros. Parece que sea el deporte nacional el saber qué es mejor para los demás.


Así se lo hacemos saber continuamente a otros. La opinión es como el culo, todo el mundo tiene uno.
Y puedo decir, que: “Mi culo, el primero”.

Nos ofrecen cosas para que las deseemos y consumamos. Lo cual no es que esté mal. Es decir. Piensa las cosas antes de hacerlas. 
O hazlas con consciencia. Pero no porque tengas una carencia emocional vayas y te compres ese capricho.
Los caprichos está bien dárselos. Pero no abusar. Que lo que es más esencial, va antes que las tonterías.
Esto en sí, todo esto. No es malo. Más bien entra a formar parte del plan. La realidad necesariamente debe ser completa en sí misma. O no sería.
Pero hay que calmar el ánimo y centrarnos. 

El mayor bien en este mundo para mí, no es el manifestar unos elementos concretos en mi vida. En forma de objetos. 
Es más bien el saber que puedo vivir alineado.
Y que viviendo y sintiéndome alineado, es cuando lo que necesito o quiero, viene a mi encuentro o me muevo yo a buscarlo.

El trabajo está, no en desear más o menos cosas. Y tener una voluntad que vaya acorde con los deseos. Para trabajar mucho y conseguir lo que sea.
Se trata más de conseguir una coherencia en la propia vida. Se trata de estar abiertos, y saber que la vida provee todo lo que queremos.
Es fundamental que comprendamos que somos el SER.
Y el ser, es algo que es distinto de lo que se tiene, se hace, o se piensa.

Intelecto, sentimiento, e-moción (deseo) y cuerpo físico.


Es así como funciona. Nos movemos “movidos” por la emoción. Hay que ponerle pasión a la vida.
Si bien la palabra pasión se puede trocar en sufrimiento, o lo puede suscitar. Es más adecuado emplear el término emoción. En el sentido amplio de que es la emoción lo que nos lleva a movernos.

No hay que estar muertos. Que muertos hay muchos en los cementerios. Yo sé lo que es desear no estar en este mundo. Sino más bien en algún otro lugar, donde no fuese tan difícil.

Pero este mundo es el que tenemos. Ya sea cual sea, la forma en la que se genera la información, que interpretamos como lo que es  nuestro mundo.

No voy a justificar el sufrimiento, ni la enfermedad. Porque sé que puedo haber tocado fibra sensible.
Se trata de que ¿para qué suceden las cosas?
¿No ha sucedido que hemos tenido una pérdida y más tarde ha surgido otra situación distinta, que nos ha permitido continuar?


No se trata tanto de que no suframos porque las cosas no salen como nosotros queremos. Tal vez el mejor modo en que deban suceder las cosas, no la sepamos.
Tal vez nos muramos. Tal vez.
La muerte forma parte de la vida. Y hay que aceptarla.

No digo que yo la acepte, porque no es así. Es un aprendizaje que puede llevar una vida. Y es la vida lo que se lleva. 
Morir no tiene ningún mérito por sí mismo. Todo el mundo muere.
Y todo el mundo, más o menos, entra y sale de nuestras vidas.
Es ley. Pese a que es difícil.
Al final a lo que me puedo coger es a una simple muletilla.
No es para cualquiera:
“La muerte, todavía no me ha tocado”.

Hay muchos tipos de iniciaciones a la vida. Pero lo que importa en la vida, es preservar la vida. Y yo creo que la vida es algo que se cuida muy bien a sí misma. Pese a los desmanes que creemos hacer “por tu bien”. Porque “es lo mejor para ti”.
Al final, nadie tiene certeza. La única certeza que se puede tener es que no se sabe muy bien porqué pero pese a todo, aquí estamos.


Y estamos cada uno de nosotros, ante la inmensidad.
Nos iremos a unir con la inmensidad, con lo inconmensurable.
Y la impresión puede ser fuerte.
Pero antes de que llegue ese cambio, tomamos decisiones.
¿A nivel consciente?

Es decir, a nivel inconsciente sabemos lo que queremos antes incluso de ser conscientes de qué es eso que queremos.
Antes de tomar una decisión consciente, el inconsciente ya sabe qué decisión vamos a tomar.
De algún modo el sistema que forma la realidad ya está predeterminado a dar lo que quieres. Porque el universo ya sabe lo que quieres, antes que tú mismo.
Es cierto que sigue habiendo mucha confusión al respecto. No se trata de que haya que moderar los deseos.

Los deseos están bien donde están. Pero sí que hay que prestar atención a algo. A preservar el tener una coherencia en la propia vida.
Eso es algo que las personas suelen olvidar. Piensan que saben lo que quieren. Pero lo que dicen querer suele ser algo que no tiene nada que ver ni de lejos, con nada que realmente sea para ellos.
No queremos sufrir. Es bueno esto. Hay que procurar el poner remedio y no dañar. Pero ¿qué decisiones tomamos?

Influidos por otros, otras personas e influencias.
Cuando hablo de influencia se puede tratar de cosas que se mueven a nivel inconsciente. De esto se pueden hacer muchas lecturas distintas.
Es decir, prácticamente todo, sucede a nivel inconsciente.
Que haya “alguien”, o algo ahí, tan solo se trata de un bagaje que portamos y hay que resolver.
Tal vez lo que exista a nivel inconsciente sea el llamado “genio de la lámpara”. Nos da todo lo que pedimos. Todo lo que somos, lo determina el genio de la lámpara.

Será un Rey Midas, quien murió de hambre, no por tener muchos deseos, sino porque todo lo que tocaba lo convertía en oro.
Tal vez ganaba ese oro para otras personas, y no tenía para sí.
O tal vez ese oro que producía, no se podía comer. Y terminó con todo su ecosistema. Mandó procesar en oro, todo lo que le rodeaba. 
Para una vez fabricado todo el oro, no quedar nada que “consumir”.

Es decir. Hay que ser consecuentes.
¿No es más fácil pensar que lo que tenemos está aquí de acuerdo a lo que somos?
Si queremos algo, lo deseamos. Y tal vez venga a nuestra vida. Pero si viene a nuestra vida, eso está determinado a un nivel profundo de nuestro inconsciente.
Todo lo que sucede ya está predeterminado.
El inconsciente sabe qué decisión vamos a tomar.

¿Es justo que sea así.?
Porque todo lo que queremos nos es proporcionado a un nivel profundo. La realidad tiene una propiedad que sostiene lo que existe a un nivel en el que todos somos unidad.

Sí, pese a que vivamos en la calle. Y tengamos que pedir a desconocidos en la vía pública, para poder comer algo, cada día.
La humillación, la pena, la tristeza. Depresión. Enfermedades.

Tal vez sean todo cosas que pretendan hacernos saber que el equilibrio que necesita nuestro organismo y nosotros mismos, no está tanto en lo que tenemos.
Tiene que ver con quién somos. Y eso no lo determina tanto lo que tenemos.
Si bien lo que tenemos, es importante. ¿Realmente queremos todos lo mismo?

No digo que esté “bien” el “pasarlo mal”. Digo que hay que vivir de acuerdo a una coherencia.

No digo que deba tener sentido la vida. Porque la vida no tiene un sentido. Yo me he visto muy a menudo en ese punto. La vida no tiene un sentido.

Porque la vida es un espejo que nos dice quiénes somos.
Tenemos lo que somos. No somos lo que tenemos. 
Hay una diferencia en el uso del idioma español que ilustra un punto que quiero resaltar.
No es lo mismo “ser, que estar”.
¿Ser o no ser? Entonces, se podría muy bien traducir por ¿Estar o no estar?
¿Y cómo estamos?
Lo que tenemos en nuestra vida no es determinante en sí mismo, más que para hacernos saber ¿Quienes somos?
Y si nos enfermamos, tenemos que mirarnos, el porqué somos lo que somos. ¿Y el para qué nos enfermamos?

Tal vez encontremos algo. Pero vivir con un espíritu de investigación de nuestra propia realidad, cambia la percepción de quién soy, y para qué estoy aquí.

Tal vez si lo que me importa es saber quién soy. El que me haga la pregunta sentado cómodamente en el asiento de mi deportivo rojo, en un descanso entre una partida de golf y otra... mientras sé que tengo todo lo que necesito y más.

Toda esa imagen idílica, de persona adinerada, no tiene nada que ver con quién soy. No tiene nada que ver con mi coherencia.
También hay que decir que ser millonario está muy bien y es deseable. ¿Por qué no nos tiene que sobrar el dinero?

Tan solo digo que, ya somos lo que somos. 



Y que lo que se precisa en esta vida, más que la voluntad de cambiar las cosas, es el ser coherente uno consigo mismo.
Y mirárselo.
Investigar en la propia vida de uno. Para saber quién soy.
Todo lo demás forma parte del viaje. Y no tiene más sentido que acompañarnos en el viaje.

Todos nos servimos de espejo a los demás. Y nos acompañamos en un viaje de auto descubrimiento.

Puedo tener como compañía el amor. El dinero, y también la salud.
Pero lo que importa en último término, es que estoy vivo. Y vivo para contarlo. O no. 
Pero tan solo un hálito de aire más, para saber que estuve aquí.
Y que he estado aquí, sabiendo quién soy.



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